jueves, marzo 06, 2008

PERDIDO ENTRE CUADERNOS

Era el viento y el sol; era el invierno.
Remolinos sonoros, invisibles.
Giraban los lumínicos jirones
de los últimos rayos de la tarde.
Inmóviles, los ojos en los ojos,
callábamos, erguidos sobre el pasto.
Con leves devaneos termitentes
incógnitos oreos relamían
la brevedad mareada de su falda
(la cual flameaba así, como flamean
los símbolos, las velas de los barcos).
El sol con lentitud de ave baleada
dudó, como buscando el occidente,
y al fin decoloró detrás de ella
sesgando los contornos de su cráneo.
(Alguna indócil hebra en la melena
brilló. Miré el contraste paulatino
de sombras en los pómulos.) La tarde.
"Qué pasa?" dijo. "Nada." "Y esas lágrimas?"
Callé; las enjugué con una manga.
Lívidos y vibrátiles, sus labios
arqueáronse despacio, y algo triste
le comprimió los ojos jeroglíficos.
Un reverbero blanco, delincuente
caminó hacia la sombra de las manos
y los dos al unísono corrimos
la dirección del rostro, sin hablarnos:
perfilábase dócil una luna
noctámbula, con halo difusivo.
Un pájaro amarillo la cruzaba;
vimos la estela (se crispó su mano
al tiempo que la mía se crispaba).

Sentí los hormigueos de lo oscuro,
la inherente demencia de lo negro.



(1998)

4 comentarios:

anais dijo...

Ocuramente bello.

Alberto dijo...

Jo!
Cuantas ganas de re-engancharme a mi rutina blogera Pero es que con tanto trabajo, llevo unos meses de infarto.

Aún así un placer pasar por aquí, y poder visitarte, leerte y saludarte.

En un par de meses se acabará el estrés y podré volver a pasearme por mis blogs amigos favoritos.

Un abrazo y cuídate.

Alberto.

Pedro Kuy dijo...

Anais, Anais, Anais.

Alberto: tus palabras son siempre generosas y cálidas conmigo. Gracias.

anais dijo...

Amigo, es sin repetir, y con minúsculas.

Gracias!!!!