sábado, noviembre 17, 2007

Nada.

La mañana. La ducha. El gato entra en el baño. Maulla mientras me mira. Qué pasa, gato. Cierro los grifos y me seco. Me pongo el corazoncillo, una remera, levanto la persiana y miro afuera. Vivo en el cuarto piso de un edificio coqueto, uno de los tres o cuatro edificios altos que debe haber en Zárate. No sé. Ahí está la ciudad con sus casitas, los patios matinales, mucho verde, la línea azul del río, hacia el final, donde el agua se junta con cielo...
Paloma no está conmigo. Mañana, para encontrarme con ella, debo tomar el Chevallier (o como diablos sea que se escriba) hasta Once. Una hora y media de viaje, más o menos, dependiendo del tránsito en la ruta, del chofer.
Desde que vine, Paloma pasa conmigo tres o cuatro días por semana. Vamos a andar en moto, cantando histriónicamente mientras el viento nos cachetea. Gritamos mientras vamos en el aire, al azar de las calles zarateñas. El otro día, fuimos a la costanera, dejamos la moto en el pasto y nos pusimos a tirar piedras al río.
-Sabés hacer sapito? -le pregunté.
-No.
Me agaché, seleccioné un par de piedras romas de entre las piedras del suelo y las tiré sobre la superficie del agua procurando que las piedras rebotaran, que rebotaran en el agua un par de veces, antes de hundirse definitivamente.
No sé, esto lo cuento ahora pero más me gustaría dibujarlo. Si pudiera (si supiera) haría una pintura al óleo con ese motivo: un hombre, una niña, un cielo de color púrpura y el río. En el aire, un leve punto difuso sería la piedra cayendo.
Tal vez, si llegara a pintar ese cuadro alguna vez, algún ocasional espectador podría formularse esta pregunta, al verlo:
-Por qué siento que está cargado de tristeza, el hombre junto a la niña? Qué le pasa a ese hombre? Por qué sufre?


Qué bárbaro. Creo que ya no puedo escribir nada.

7 comentarios:

anais dijo...

... DE REPENTE EL AGUA ...

Esa frasecita, hace un tiempo, la descubrí en el protector de pantalla de la notebook de un profesor de esos que escacean, y me sorprendió. Me sonó muy borgeana.

Y, leyendo tu textito, se me vino a la cabeza, de repente, de manera instantánea.

El río suele ser un excelente talismán contra la tristeza...

PD: Escribir, poner en palabras, sirve para exorsizar soledades.

. dijo...

cuando uno piesa eso es cuando empieza las mejores cosas.

Anónimo dijo...

Siempre hay algo que anotar o aportar...

La nada en si misma encierra algo...

Abrazos.

Bruja dijo...

juh! pagaría para ver ese óleo.

[Yo] Primera vez por acá, muy buena vez.

Pedro Kuy dijo...

Ànais: "...un excelente talismàn contra la tristeza". Precioso.

Pablo: creo que lo que decís es cierto.

Itoitz: Gracias.

Bruja: bienvenida.

Serena dijo...

De pronto pensé en El principe de las mareas y La amada inmortal. Son dos películas con escenas muy lindas, muy conmovedoras. Y en las dos hay un padre sufriente, visto desde mi perspectiva, claro. Paloma es tu hija? No tengo tanta vitalicidad en este blog como para saberlo, perdón. Pero qué lindo nombre tiene.
Pensaba también en un lobo lastimado que se deja acariciar y apaciguar por una linda nena, sentados en el pasto. Esa caricia le da un momento de paz que no encuentra casi nunca.
A veces pienso en imágenes pero que siempre tienen historias.

Anónimo dijo...

re lindo, versos con el ritmo de la zona que menta el poema.
besos pedro!!